El General Belgrano con el Ejército del norte y los gauchos
Como cada año Salta conmemoró con un importante desfile cívico, militar gaucho la gesta heroica del General Güemes y los gauchos salteños.
Por: Carlos Alberto Figueroa
Es uno de los hechos de armas más importantes librados por la independencia en territorio nacional. En Salta es una de las fechas más importantes que congrega a los salteños, junto al aniversario de la muerte del General Martín Miguel de Güemes (17 de junio) y la Fiesta del Milagro en el mes de septiembre.
Los acontecimientos previos no eran muy venturosos, Belgrano recibe la orden de bajar hasta Córdoba con su ejército, dejando desprotegidas a las provincias del noroeste. En agosto de 1812 abandona Jujuy, con el heroico éxodo jujeño demostrando un profundo amor por la patria, el pueblo dejó sus casas llevándose sus pertenencias y el ganado, destruyendo todo aquello que no podía llevar.
En su avance hacia Tucumán, el tres de septiembre, la retaguardia del Ejército del Norte al mando de Eustaquio Díaz Vélez, enfrenta a la vanguardia realista en proximidades del Río Las Piedras, en el Departamento de Metan. La mayoría de los que combaten eran niños de 15 a 18 años, conocidos como “Los decididos de la Patria”. Obtienen una victoria rotunda en menos de 30 minutos, elevando la moral de la tropa.
El 24 de septiembre, el General Belgrano decide enfrentar al ejército realista en Tucumán, obteniendo una victoria importantísima. Analiza un cambio de estrategia, desobedeciendo las órdenes del gobierno de Buenos Aires, decide marchar hacia la ciudad de Salta.
Durante los cuatro meses que siguieron al sonado triunfo de Tucumán, se refuerzan los efectivos del ejército y se aprovisiona para hacer frente a las necesidades de la próxima campaña, que tiene por meta a Salta.
A principios de enero de 1813 el ejército se pone en marcha hacia el norte. Ya para el 11 de febrero el grueso de las tropas había cruzado el río Pasaje. Allí decide Belgrano que las tropas presten el juramento de fidelidad a la Asamblea General Constituyente.
En momentos en que el ejército comandado por el general Belgrano avanzaba hacia Salta con intención de vencer a las fuerzas españolas que bajo el mando del general Pío Tristán se encontraban a la sazón, acantonados en la ciudad de Salta; se encontró con un fuerte impedimento: la desmesurada fortificación que había realizado el general español del único paso de acceso a la ciudad, el portezuelo; lo que planteaba a su jefe una disyuntiva de hierro: entablar un combate en circunstancias desventajosas o desistir del propósito y retroceder.
En tales circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario Saravia, ayudante del Gral. Belgrano comenta el General Paz en sus memorias- "se ofreció para conducir al ejército y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto de las montañas.
El General Belgrano tras recorrer pormenorizadamente el itinerario propuesto dio órdenes de cómo proceder, para que el ejército avance por él. Esa noche, azotados por una lluvia espantosa, se inició la marcha de las fuerzas patriotas a través del intrincado terreno cubierto de espeso malezal, portando cincuenta carretas con pertrechos y doce piezas de artillería. La estrechez del camino y lo torrencial de la caída de las aguas por las laderas circundantes, agudizaron las dificultades que la quebrada presentaba.
Al amanecer del día 18 de febrero, arriban a la finca de Castañares donde permanecieron hasta la jornada del 20 de febrero
El Capitán Chocolate Saravia hizo uso eficaz del color tostado de su piel, ansioso por conocer la cantidad y calidad de las fuerzas de Tristán, tanto como las posiciones que ocupaban; vistiendo ropas similares a la de los aborígenes, arreando una recua de burros cargados de leñas marcha hacia la casa de sus padres sita en la calle Buenos Aires de la ciudad de Salta. Su disfraz le posibilitó cruzar frente al ejército realista y llegar a destino, donde entregó la carga de leña y regresar después a castañares para informar al General.
El 20 de febrero se obtiene la victoria, junto a la valiosa colaboración de los gauchos comandados por Martina Silva de Gurruchaga.
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