CON JUAN PABLO II SE CAMBIO EL PADRE NUESTRO

Con Juan Pablo II se cambió el Padre Nuestro (se cambió el Evangelio de Mateo Capítulo 6, versículos del 9 al 13) se cambió la palabra deuda (perdón anual de las deudas entre los hebreos) por la palabra ofensas (dicen que ha pedido de los grupos financieros). Deudas, ofensas y el Padrenuestro Hacia el año 1.980 la palabra “deudas” fue reemplazada en el Padrenues­tro por “ofensas”. De “perdónanos nuestras deudas” se pasó a “perdona nuestras ofensas”. Primero se hizo en la Argentina y luego en toda Latinoamérica.

Esta oración fue cambiada de su tenor tradicional hace ya algunos años por el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano)…. Su Santidad Juan Pablo II solicitó que en todas parte se rece igual y exhortó a los episcopados a llegar a un único Padre Nuestro. Orden sobremanera curiosa, pues la misa en latín se rezaba en todas partes iguales y ahora no. Por desgracia nadie ha dicho lo obvio, lo sensato: Debe prevalecer el Padre Nuestro de la Tradición, salvo que haya un gravísimo error en la traducción.


Deudas y ofensas son dos palabras diferentes y dos conceptos diferentes imposibles de conciliar. Curiosamente el cambio de las palabras directas de Jesucristo en la oración que él enseñó coincide con el incremento bes­tial que se hizo en Latinoamérica de la deuda externa.


En latín ley (lex) significa “ligare”, esto es unir o ligar a una persona a una determinada voluntad normativa que debe cumplir obligatoriamente porque así lo dispuso una autoridad con poder coercitivo. La palabra religión es simplemente un “re”-ligare. Es decir, que una per­sona queda nuevamente unida u obligada por un mandato que le impone su conciencia. Lo dicho es un concepto básico para analizar la importancia que el “ligare” y el “re-ligare” tienen en economía.



El Padrenuestro 

En el padrenuestro Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a pedir lo siguiente: “Y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nues­tros deudores” (Mateo cap.6 vers. 9 al 13). 


El razonamiento es muy sim­ple: para poder comprar el pan de cada día era necesario no tener deudas en dinero. Las deudas de dinero que los contemporáneos de Jesús debían pagar eran el diezmo al templo y el diezmo al conquistador romano. 


Si el diezmo no se pagaba en dinero, debía pagarse en especies, y si era imposi­ble pagarlo de esta manera, el deudor era vendido como esclavo - él y su familia - hasta que pagase su deuda. 


Nuestro Señor Jesucristo habla de “deudas”, esto es, obligación por im­perio de la ley “ex lege”. Un tributo a la autoridad y al poder que no tenía ninguna contrapresta­ción. La “deuda” no era pues el “precio” que debía pagarse por la mercaderí­a. Era una forma bestial de succionar a cada uno su vida. 


Actualidad y deuda externa 

Ocurre que si mil millones de cristianos hubiesen todos los días repeti­do la oración de Nuestro Señor Jesús el Cristo en sus términos literales e históricos, la misma era perfectamente aplicable al saqueo que se hace de nuestras remuneraciones en el día de hoy para pagar una deuda que no hemos contraído, que nos ha sido fraguada, verdadera causa del hambre de América. 


Esto hubiese creado una mentalización y un poder anímico de protesta de mil millones de personas contra el despojo de nuestros dí­as. El Padre Nuestro era un alegato rotundo contra la deuda que era lo que no se debía, y establecía una implícita condena a la autoridad (romana) que con su poder la aplicaba. 


Según los conceptos, deudas u ofensas, las consecuencias son completamente distintas. Pero “el actual catecismo de la Iglesia Católica exige moralmente el pa­go “basado en San Pablo (Romanos Cap. 13 vers. 7) nos dice: “Dad a ca­da cual lo que se le debe; al que impuestos, impuestos; a quien tributo, tri­buto; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor”. 


San Pablo (que no conoció a Jesucristo) nos obliga a obedecer la autoridad y a pagar los diezmos y tributos. Conviene tener en cuenta que, en tiempos de San Pa­blo, el emperador era Nerón. El introducido concepto de “Ofensa” es el que tiene vigencia:“Católico, Apostólico, Romano”. ¿Y cristiano?
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Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de octubre de 1988
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