La presencia de fosfano en Venus podría ser un error de medición

Nuevas conclusiones apuntan a que la detección de fosfano, una molécula asociada a la presencia de vida microbiana, pudo tratarse de un fallo en los cálculos. ¿Nos hemos precipitado?




Representación artística de las nubes de Venus /iStock



El pasado 14 de septiembre, los medios de comunicación se hacían eco de un hallazgo impactante: el telescopio ALMA en Chile (el más potente del que disponemos) había realizado la detección de un biomarcador, es decir, una molécula cuya presencia se relaciona con la presencia de vida microbiana. 


Se trataba del fosfano o fosfina (PH3) que, en la Tierra, es excretado por microorganismos en ambientes libres de oxígeno. 


La detección maravilló rápidamente al público general. Pero los descubrimientos científicos, especialmente los de tal calibre, requieren mucho tiempo y, sobre todo, múltiples e inequívocas comprobaciones para establecer su solidez. 


Ya por entonces, el astrónomo del proyecto ALMA Sergio Martín, advirtió de que la detección se había producido “al límite de la capacidad de nuestro telescopio más potente” y nos llamaba a ser cautos, dado que aún podría haberse producido “algún error tecnológico en la detección”. 

Pues bien; el 26 de octubre, un estudio científico con un titular muy claro y directo (No phosphine in the atmosphere of Venus o ‘No hay fosfina en la atmósfera de Venus’) veía la luz en la plataforma de prepublicación Arxiv.org. 


Para los comunicadores científicos, los artículos en fase de prepublicación o preprint requieren un cuidadoso tratamiento: significa que todavía no han terminado de cumplir todos los requisitos previstos para ser considerado apto para la publicación por una revista científica. 


Es decir, deben ser revisados por pares (profesionales equivalentes a los que firman el estudio) y esta revisión por pares debe ser ‘doble ciego’ (anónimamente, sin intereses profesionales o personales de por medio en una y en otra dirección). 


En cualquier caso, cabe esperar que se publiquen de esta forma próximamente. 


Una vez aclarado esto, pasemos a repasar qué dice el nuevo estudio, firmado por Gerónimo Villanueva como autor principal de entre otros veintiséis investigadores. 


El informe explica cómo la aparente detección de fosfina, a través de observaciones de radio de ondas milimétricas (a las que llama G2020) “no es compatible con nuestros análisis de datos”. 


El telescopio ALMA identificó la presencia de fosfina en Venus a través del análisis de las ondas, que conocemos como espectrografía. 


Para comprenderlo mejor, esta detección ocurre de manera similar a cómo una radio busca una emisora, hasta dar con la frecuencia deseada. 


Pues bien, para el equipo de Villanueva, existe un error de calibración que llevó a creer a los científicos, equivocadamente, que los datos de ALMA reflejaban la presencia de fosfano. 


Para más datos, el equipo también incide en la altitud en la que se produjo la detección. La superficie de Venus está a unos 500 ºC de temperatura, pero en las nubes altas de la atmósfera, se ‘respira’ un clima más templado. 


La detección de fosfano realizada por el telescopio ALMA se produjo a unos 60 kilómetros de altitud, mientras que el nuevo estudio incide en que la presencia de fosfano debería haberse dado en altitudes algo superiores:


“Para que cualquier signo de PH3 sea producida en espectros de ALMA o JCMT, PH3 debe presentarse en altitudes superiores a 70 kilómetros”. 


“Finalmente concluimos que esta detección de PH3 en la atmósfera de Venus no está respaldada por nuestro análisis de los datos”, se puede leer en el preprint. 


Resulta decepcionante, ¿no es así? 


Sin embargo, este no es el primer estudio que hace una crítica de la presencia de fosfina en Venus relacionada con la vida. 


El 2 de octubre, otro informe, si bien no cuestionaba la detección, proponía una explicación alternativa a su existencia: el vulcanismo. 


“Proponemos un mecanismo geológico abiótico [no vivo] que explicaría la abundancia de fosfina detectada por Greaves y sus colegas. 


Estimamos que pequeñas cantidades de fosfuros formados en el manto serían traídas a la superficie por el vulcanismo y luego expulsados a la atmósfera, donde podrían reaccionar con agua o ácido sulfúrico para formar fosfina. 


[…] Sugerimos que el vulcanismo activo hoy en día podría producir una tasa comparable a la requerida para producir la fuente de fosfuro de la fosfina. 


Nuestra hipótesis requiere que Venus esté experimentando actualmente una alta tasa de vulcanismo basáltico, que es consistente con las observaciones de la nave espacial y los experimentos de laboratorio”, se puede leer en el artículo, que se encuentra también en fase de prepublicación. 


Por último, el pasado 21 de octubre, otro preprint titulaba de la siguiente manera: 


'No statistically significant detection of phosphine?' ('¿No hay detección estadísticamente significativa de fosfina?'). 


En él, se evalúa la “fiabilidad estadística” de la detección de líneas mediante un nuevo análisis independiente de los datos de ALMA. 


La conclusión a la que llegaron es la siguiente: “Encontramos que el ajuste del polinomio de orden 12 a la banda de paso espectral utilizado en el estudio publicado conduce a resultados falsos”. 


Y añaden: “Consideramos una característica a un nivel estadísticamente poco fiable que puede vincularse a una probabilidad de falso positivo”. 

¿Ha quedado refutada la presencia de fosfano en Venus? 


Ahora bien, ¿podemos rechazar definitivamente la posibilidad de la presencia de fosfano en Venus? ¿Deberíamos declararla como falsa? Quizás es pronto para pronunciarse. 


Para empezar, porque los tres estudios que hemos mencionado aún están en fase de prepublicación. Y, por otro lado, como bien nos explicaba durante la entrevista el astrónomo Sergio Martín, porque toda esta investigación, lejos de desanimarnos, debería motivarnos para seguir investigando. 


En cualquier caso, este asunto abre la puerta a continuar indagando sobre la vida, no solo en Venus, sino en otros rincones de nuestro sistema solar. 


Es posible que haya que esperar a que otros instrumentos, probablemente sondas espaciales que orbiten en el planeta, realicen nuevas mediciones que puedan asegurar la certeza de esta detección. 


Y, aun así, recuerda que su presencia es solo eso: el hallazgo de fosfina no es una detección directa de vida; nunca lo fue. 


Encontrar vida, aunque sea microbiana, en otros rincones fuera de nuestro planeta es una misión apasionante, que tal vez nos lleve algunas décadas, con lo que se requiere paciencia y mucha precaución. 


Y, por el camino, puede que tengamos que tomar con cautela algunas detecciones a priori prometedoras, como esta. 


Más información y fuentes:

Villanueva G.L, ET AL. “No phosphine in the atmosphere of Venus” PREPRINT “Matters Arising”, Nature, 2020.

Ngoc Truong & Jonathan I. Lunine, “Hypothesis Perspectives: Might active volcanisms today contribute to the presence of phosphine in Venus’s atmosphere?”, PREPRINT, 2020.

I.A.G. Snellen, “Re-analysis of the 267-GHz ALMA observations of Venus”, PREPRINT, Astronomy & Astrophysics, 2020.

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