De indígenas y españoles

La hegemonía indígena en la región sudamericana llegó a su fin con la llegada de Francisco Pizarro quien, en 1.532, inició la conquista del territorio del Perú incorporándolo al reino español. En 1.542 Carlos V establece el Virreinato del Perú al cual quedaron integradas vastas extensiones de tierras sudamericanas. En una primera etapa Buenos Aires y el resto del actual territorio argentino estaban dentro de su jurisdicción.
En 1.776 se crea el Reino del Río de La Plata. Chaunú (1.994) transmite que hacía 1.550 la conquista del continente está prácticamente concluida por España.

Sin embargo las vastísimas extensiones patagónicas y parte de la Pampa continuaron durante mucho tiempo más bajo el dominio indígena.

Desde su ingreso a la región, España procedió a eliminar gran parte de la herencia patrimonial de los Incas y de otras culturas originarias así como a la transformación de sus formas de vida.

En el territorio argentino, España llevó adelante un plan fundacional de ciudades. Iniciado en 1.553 con la fundación de Santiago del Estero. 

Este proceso continuó hasta 1.810. 
En 1.580 se fundó por última vez La Trinidad, posteriormente denominada Ciudad de Buenos Aires. 

En torno a esa ciudad, Juan de Garay comenzó con el reparto de tierras asignadas en chácaras- especie de finca rural- y en estancias, que con el tiempo se constituirían en algunos de los principales barrios porteños.

Relativo a las condiciones de trabajo, por entonces, los habitantes de toda la región sudamericana no contaban con ningún grado de protección. 

Mientras que los recursos económicos se explotaban en beneficio de la metrópoli española, el trabajo de los indios era forzado tanto en las plantaciones como en las minas.Las condiciones de vida llegaron a ser tan duras que recurrentemente provocaban la muerte. 

Así también, para facilitar a la nueva aristocracia terrateniente de mano de obra indígena gratuita , se creó la Encomienda.
 
A la vez: "[...]las indias, además de las prestaciones sexuales, brindan, tal como hacían en el mundo precolombino, toda clase de servicios domésticos y actúan como bestias de carga, especialmente durante el largo período que tardaron los asnos, caballos y burros en reproducirse [...]" (Montaner, 2.001:94).

Es importante resaltar "[...] los españoles discutían si los indios tenían almas para así considerarlos seres humanos, pero los criollos en pleno siglo XX polemizaban acerca de si tenían derechos, a fin de aceptarlos como ciudadanos y ampararlos en la Constitución" (Vázquez, 1985:65). 

De esto se desprende que ningún derecho se les reconoció como trabajadores, sólo trabajar sin cuestionar hasta agotar sus fuerzas.

Con el transcurrir del tiempo y avanzado el dominio español, los negros traídos del continente africano fueron incorporados al Río de La Plata en carácter de esclavos. 

Debido a que la población indígena disminuyó abruptamente en los años posteriores a la conquista, el ingreso de esclavos permitió la sustitución de los indios en los trabajos rurales y mineros. 

En las ciudades fueron empleados como sirvientes en las casas de familia. Se incorporó la esclavitud como forma de trabajo forzado y no sólo su comercio fue ejercido mediante el tráfico legal sino también el contrabando, uno de los más importantes negocios clandestinos ejercido por cierta sociedad porteña.

Muy ajenas a esas iniciativas poco humanizadas, la Compañía de Jesús llevó adelante una experiencia diferente. El trabajo de estos monjes, en el nuevo continente, se concentró en la creación de las Misiones Jesuíticas, denominadas reducciones.

Las mismas fueron creadas alrededor del Siglo XVII y XVIII incluyendo las extensiones geográficas de Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil. Algunas alcanzaron un mayor nivel de desarrollo que otras. 

En Paraguay:"Los jesuitas atrajeron a los indios guaraníes que habían buscado refugio en la selva y que se habían quedado sin integrarse al proceso de civilización de los encomenderos y de los propietarios de la tierra" (América Latina, una patria grande, s/f., Tomo I). 

Estas comunidades encontraron en las reducciones una organización comunitaria y el poder hacer revivir sus propias técnicas de trabajo y de arte. 

No existía el latifundio, la tierra se cultivaba para satisfacer las necesidades individuales, para la edificación de obras públicas en general y para comprar instrumentos para el trabajo de propiedad colectiva. 

La base de producción se caracterizó por una economía planificada con un régimen laboral mixto, individual-colectivo sustentado mediante la organización del trabajo comunitario.

Contaban, a partir de una administración compartida, con un sistema de seguridad, salud, recreación y religión. Desarrollaron infraestructuras que incluyeron puentes, caminos, paradores y postas para los visitantes así como los fondeaderos de los puertos fluviales e importantes vías de navegación.

En las escuelas se formaban músicos, artesanos, agricultores, tejedores, actores y constructores. Fueron excelentes músicos y se reconoce que formaron importantes orquestas.

Los Jesuitas, además, cumplieron un rol fundamental en la enseñanza a través de la creación de la Universidad de Córdoba y otras instituciones  educativas. 

A pesar de estos importantes logros, la Compañía de Jesús fue expulsada de América por España en el año 1767, quedando las comunidades indígenas con un destino cruel a merced de los propietarios de la tierra y los esclavistas.







Noemí Wallingre: Historia del Turismo Argentino.











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