Días de la Semana Santa

La Semana Santa comienza con la celebración el domingo anterior al Viernes Santo de la Entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén o Domingo de Ramos.




De acuerdo a los evangelios canónicos Jesús de Nazaret entró triunfalmente a Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamaba. Antes de entrar, Jesús se detuvo en Betania y Betfagé, y el Evangelio de Juan añade que cenó con Lázaro y sus hermanas María y Marta. Ahí, se narra que Jesús envió a dos discípulos (no identificados) a la aldea cercana, con órdenes de recuperar un burrito que había sido atado, pero nunca montado y dijo "Si os preguntan, decid que el Señor necesita el burrito, y que les será devuelto luego".

Los sinópticos y Juan establecen que Jesús supo que había gente en el área, como Simón el Leproso, así que pudo haber argumentado que la presencia del borrico había sido organizada por los discípulos de Jesús. El Evangelio de Juan, no obstante, simplemente dice que Jesús encontró el borrico. Juan y los Sinópticos establecen que Jesús entonces montó al borrico (o en Mateo al borrico y a la burra, madre de éste), dentro de Jerusalén. Los sinópticos añaden que los discípulos pudieron poner sus capas en el animal, haciéndolo así más confortable. Los Evangelios describen cómo Jesús entró a Jerusalén y cómo la gente alfombraba su camino y también cómo dejaba a un lado pequeñas ramas de árbol.
La gente también cantaba una parte del Libro de los Salmos, específicamente los versículos 25-26 del capítulo 118. ...Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Bendito es el enviado del Reino de Nuestro Padre [David]... El lugar de esta entrada no está especificado, pero se supone que tuvo lugar en la Puerta Dorada, desde donde se creía que el Mesías entraría a Jerusalén, otros estudiosos piensan que el lugar fue hacia el sur, pues tenía entrada directa hacia el templo.

A diferencia de otros días de la Semana Santa que cuentan con ceremonias singulares, en la Iglesia Católica el lunes Santo continúa la celebración normal de la misa. Durante ésta el Evangelio que es proclamado refleja el pasaje de la Unción en Betania en casa de Lázaro en el que una de las hermanas de éste María le unge con costosos perfumes. La lectura corresponde al Evangelio de San Juan
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una fibra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:


-«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo:
-«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

En el Evangelio del Martes Santo, Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas y las Negaciones de San Pedro. El texto es de San Juan:


En aquel tiempo, Jesús, profundamente, dijo:

-«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
-«Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
-«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
-«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
-«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: Donde yo voy, vosotros no podéis ir».
Simón Pedro le dijo:
-«Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
-«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde».
Pedro replicó:
-«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
-«¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».


El Evangelio del Miércoles Santo continúa con la traición de Judas Iscariote en este caso en relato de San Mateo




El Beso de Judas. Ilustración de 1860.
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

-«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
-«ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
-«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
-«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
-«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay! del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
-«¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
-«Tú lo has dicho».





El Jueves Santo Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles o discípulos, siguiendo la tradición judía, ya que según esta se debía cenar un cordero puro y del año; con la sangre de este se debía rociar la puerta en señal de purificación, puesto que si no se hacía así, el ángel exterminador entraría en la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo.

El Viernes Santo es una de las más representativas y profundas conmemoraciones del cristianismo. Es el quinto día de laSemana Santa. Este día se recuerda la muerte de Jesús de Nazaret.

En este día, la Iglesia Católica manda a sus fieles guardar ayuno y abstinencia de carnes rojas como penitencia.


Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo. Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.

La resurrección de Jesús es la creencia religiosa cristiana según la cual, después de haber sido condenado a muerte, Jesús fue resucitado de entre los muertos. Es el principio central de la teología cristiana y forma parte del Credo de Nicea: «Al tercer día resucitó, conforme a las Escrituras».
Los cristianos celebran la resurrección de Jesús el Domingo de Pascua, dos días después del Viernes Santo, el día de su crucifixión. La fecha de la Pascua se corresponde aproximadamente con el Pésaj, la observancia judía asociada con el Éxodo, que está fijado para la noche de la luna llena cerca del tiempo del equinoccio de primavera.







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